Un trozo de primer mundo

Un domingo cualquiera, temperatura regular, los pasillos inundados de gente como de costumbre, niños gritando, mamás corriendo detrás de ellos, todo lo que odio de ese mall estaba sucediendo y a la n potencia. Era hora de almorzar, tome el dinero y caminé, por así decirlo, por los pasillos hasta el final (pensando probablemente en escribir una historia divertida para mi blog) bajé las escaleras observe aquellos zapatos que desearía tener en mis pies, o aquel reloj que con mucho gusto llevaría para que me informará acerca del tiempo, hasta que por fin llegué al nuevo lugar donde venden comida decente, ordené un quiche y para eliminar algunas neuronas de mi cerebro, y recordar como muchas personas conocidas lo hacen cada día, un Nestea.

Cancelé y me senté, si, increíblemente me llevaban la comida a la mesa, en la espera observé al niño que no quería estar allí y lanzaba cada juguete que su madre le daba, al millón de personas que aún se quejaban por el cierre de los bancos en su único, ausente y muy distanciado día libre, me fijé en las nuevas tiendas que ofrecían sensacionales cosas para mí pero que no estaban a mi alcance aún. Llegó mi pedido, lo observé con recelo, quiero decir tenía hambre, era almuerzo, había caminado hasta allá para una buena comida y llegó eso, respiré profundamente y me dije, “recuerda donde estás”, di las gracias amablemente como mi educación siempre lo exige y bebí un sorbo de Nestea (POOM allí van mis neuronas pensé, sin embargo estaba rico, valía la pena asesinarlas si luego se reproducirían, aunque no con la misma calidad) tomé los cubiertos de plástico corte un trozo de aquel alimento y me dispuse a comerlo, la temperatura era exacta, aquella combinación de huevos y crema de leche fresca y espesa, mezclada con verduras y productos cárnicos, en este caso tocineta, era tan perfecta, cada bocado que daba era perfección pura! Un grito de un niño me trajo de nuevo a la realidad, en el televisor transmitían Bourne: El Ultimatum, con la belleza nerda americana de Matt Damon, para hacer un pequeño contraste con lo que estaba digiriendo en ese momento.
Un trozo de quiche, en aquella pequeña nueva tienda, acompañada con un asesino de neuronas me puso a pensar, porque debemos conformarnos, quiero decir yo encontré el perfecto almuerzo en aquel lugar, por pura suerte, si el quiche hubiera estado frío, mal cocido, o viejo seguramente no hubiera mencionado nada, no estaría escribiendo esto y mi perfecto almuerzo jamás hubiera existido, lo que intento decir es, por qué vivimos en un cultura de conformidad, la gente del primer mundo está en el PRIMER MUNDO porque lo exigieron, lo buscaron y lo encontraron! No simplemente nacieron en el, ellos van creando y recreándolo cada día, con cada acción, cada compromiso, cada trabajo, del mismo modo que lo hacemos nosotros pero con nuestro TERCER MUNDO, y es que prácticamente está en nuestra memoria RAM pues al ver el pequeño trozo de quiche inmediatamente pensé “recuerda donde estás” ¿habrá algo más patético que eso? De seguro las personas que compran un quiche, en cualquier simple Av. En Nueva York, en un plato de anime es para regalarselo a cualquier mendigo en la calle. ! Y ni hablar de los cubiertos de plástico ! (Sólo Melvin en As good as it gets)
El camino de regreso se hizo más corto, definitivamente iba a escribir sobre esto en mi blog, así que estuve pensando acerca de ello en todo el camino; cuando llegué a la tienda mi mamá preguntó: ¿Qué almorzaste? A lo que yo respondí: Un trozo de primer mundo.