La Fiebre del Mundial

Treinta días, Treinta y dos equipos, cuatro años de espera, tres mil ochocientos millones de espectadores alrededor del mundo, cuarenta y ocho partidos y un ganador, en eso se resume la Copa Mundial de la FIFA, el segundo evento deportivo de más relevancia en el mundo.
Venezuela, país subdesarrollado con una población de treinta millones de habitantes aproximadamente, deporte más popular béisbol, actividad más realizada reuniones, fiestas o cualquier tertulia que reúna a más de dos personas con diferentes puntos de vista, comida y alcohol. Aunque el fútbol en nuestro país no sea visto en masa, nuestro equipo no haya clasificado nunca (pero siempre está cercano a hacerlo) y conozcamos muy poco de este fascinante deporte, el Mundial, como popularmente se le llama, cumple con ciertas características que hacen que este evento sea visto, seguido y detenga y/o cambie la agenda de los venezolanos por un mes completo.
1. Es una excusa perfecta para reunir a familiares, amigos, vecinos y demás entorno a un televisor, para gritar, criticar y aupar a un equipo diferente cada partido.
2. Como todo deporte implica pasión, según el diccionario, deseo vehemente, inclinación muy viva de una persona hacia alguien o algo; esto al venezolano le sobra, puede gritar un gol por un equipo como si fuera el suyo y al día siguiente hacerlo por otro completamente diferente, se emociona, entusiasma, la “liga” es feliz con todo aquello, está en su sangre.
3. Cifras, números, nombres, reglas, nuevas cosas que aprender, siempre está abierto a todo aquello, puede memorizar nombre, equipo en el que juega, número de goles, compañeros, por qué lado baja mejor el balón, posición, edad, cuántos mundiales ha jugado, cuántos le quedan y demás; sin ninguna dificultad aparente.
4. Hay un ganador, alegría, dicha, entusiasmo, felicidad; y muchos perdedores, drama, tristeza, decepción; ¿cómo no amar todo aquello?
Y es que el venezolano debe hacerlo todo, correcta o incorrectamente, desde llenar el álbum oficial (completamente), hasta comprar camisa, banderín, afiche, toalla, forro para el celular, alfombra etc; pasando por supuesto por ver el millón de maratones de la “historia del mundial” que pasan en cuanto canal semideportivo tenga la compañía de cable y sin olvidar coleccionar todas las enciclopedias, folletos y material informativo que aparezca en cualquier medio impreso del país. Es verdaderamente asombrosa la manera en la que el Mundial nos invade cada compañía saca al menos una edición limitada del mundial, ya sean vasitos, promociones, muñequitos, adornos y demás, es sin lugar a dudas la “fiebre del mundial”.
Contamos los días, dejamos de dormir, adoptamos nuevas costumbres, nos sentimos identificados y todo ello sin tener ni siquiera a un representante de nuestro país en aquella fiesta deportiva, ¿cómo sería todo si pudiéramos escuchar nuestro himno nacional antes de cada partido? ¿Ayudaría oír del fútbol no sólo un mes cada cuatro años? ¿Cambiaría nuestra pasión si compráramos camisas vinotinto en vez de albiceleste o verdeamarelha? ¿Qué se sentirá llevar la cuenta de nuestro país? Ligar a octavos, desear los cuartos, soñar con la final. La respuesta no la tendremos por lo pronto pero no estaría del todo mal compartir un mismo resultado, aupar a un mismo equipo, intensificar nuestra pasión, desear el mismo deseo y soñar con el mismo sueño.
Aunque no sepamos los cánticos, las reglas, los nombres de todos los jugadores, aunque nuestro país no este allí para representarnos, aunque la diferencia horario nos haga levantar a las 5 a.m. para ver un partido, aunque nos parezca absurdo ver correr a un montón de jugadores tras un pequeño balón para meterlo en un arco gigante, aunque sólo lo veamos para ver los lindos y atléticos cuerpos de los italianos, holandeses e ingleses, el Mundial sin duda alguna nos paraliza, nos detiene nos lleva a sentir una sensación de emoción, nos hace gritar, saltar, amar, odiar, llorar con pasión, no importa por qué, cómo, dónde o por quién el hecho es que nadie esta exento de todo este carnaval de emociones y todos amamos que sea así.