La panqueca más imperfecta.

Aquí va, este nuevo capítulo de mi vida con 3 meses y medio de atraso.
María Lucía....
Dicen que una mujer es mamá desde ese primer momento que siente como si una mariposita se hubiera colado a su útero y empezará a revolotear pérdida y sin saber qué hacer… A eso respondo con… “esas son puras mentiras…” Una mujer entiende el significado de la palabra mamá cuando se da cuenta de que toda su vida está en espera, todos sus sueños, antiguas metas, necesidades (léase ir al baño, bañarse, comer, DORMIR, entretenerse), gustos y preferencias están en una sala de espera en el consultorio del Doctor que atiende por orden de llegada pero las emergencias son prioridad, pues llegó una emergencia y en mi caso se llama María Lucía Arigoyén Pérez.
María Lucía, nació a la luz del día 23 de mayo de este año, peso 2,900 kg, midió 48 cm y su primer llanto fue obligado, porque el bisturí se adelantó a mis contracciones. Ese primer beso esquivo y apresurado, casi forzado, no fue memorable, para nada, de hecho ha sido el peor primer beso de la historia, esos minutos que parecen horas que pasé en recuperación mientras no tenía ni idea de dónde estaba mi bebé, qué le estaban haciendo, quién la estaba cuidando, por qué no me la dieron y lo más importante por qué tanta ansiedad por este pequeño ser que ni siquiera vi bien y que tantos cambios y vicisitudes ha hecho en mí.
Casi 2 semanas después acabé por medio entender todo lo que pasó, me convertí en co-creadora de un ser, Dios me hizo igual a Él para que junto creáramos vida, comprender eso tan abrumador y magnífico es lo que los doctores llamaron depresión post-parto y el llanto se vuelve parte del menú otra vez.
Nunca sabrás lo que es tener sueño hasta que eres mamá, yo no sabía si soñaba o si era la realidad, a duras pen


as podía diferenciar a mi hija de la almohada para amamantar (si estás embarazada NECESITAS una de estas), de pronto salía el Sol y yo sentía como si la noche nunca hubiera pasado y el único consuelo según las expertas era que en un mes podría ser que durmiera 4 horas seguidas. Mis ojeras se convirtieron en mi primer tatuaje, en ese momento me sentía tan mala madre por querer lanzar a mi hija por la ventana cuando tenía 5 minutos de haberme acostado y ella se despertaba llorando desconsoladamente, que no sabía si llorar porque había dormido 4 horas en el día o por tener esos sentimientos asesinos hacia mi hija.
El mejor descubrimiento
después de la lectura.
Luego de 3 meses me di cuenta de que mi bebé crece, madura y se adapta más rápido de lo que yo, así que tenía que sacudirme esas costumbres y así me fui acostumbrando a recargar la pilas en 30 minutos, dar pecho acostada (por lo momentos digo que es la salvación, es lo mejor que he podido aprender a hacer después de leer), bañarla, cocinar con una mano, comer de pie y con María Lucía en la cangurera, agradecerle todos los días a Herbalife por el bienestar, la nutrición y la facilidad que me brinda en 2 de mis comidas y a generar mis ingresos desde mi casa con mi bebé que cada día demanda más atención y por sobre todo, lo más rápido que aprendí, a apreciar y a vivir cada paso que da mi bebé en su desarrollo como persona.
Esa primera sonrisa que no tiene precio, esa mirada como si yo fuera la cosa más interesante en este mundo, esa vez que la encontré boca arriba en el corral, la primera vez que agarró un juguete con las dos manos y se lo llevó a la boca y la primera vez que entablamos la conversación más interesante de mi vida llena de “AHHHHH” y “GUGU”.
Quisiera poner todas las miles de fotos
 que tengo de ella pero estas son unas
de las más recientes.
Mi mamá un día viéndome dormir a María Lucía mientras prácticamente me dormía en movimiento me dijo “te dieron la vuelta como una panqueca” y así mismo fue, lo peor de todo es que todavía no estaba bien cocida del otro lado. Así vamos con 3 meses y 15 días exacto, cansada, abrumada, maravillada y descubriendo como ser la mamá que María Lucía necesita antes de que Dios me vuelva a dar la vuelta para terminar de cocer el lado que quedo medio crudo.

Y ahora los dejo porque escucho grititos desde la habitación…