1,2,3… 1,2,3… eso era lo único que recordaba, extrañamente no me importaba, 2 voces que siempre estaban conmigo me decían qué hacer, cómo hacerlo y en qué momento, una era dulce, suave, era como un canto que cuando llegaba a mis pequeños oídos me hacía moverme de alegría en ese pequeño pero acogedor espacio en el que vivía. La otra voz, más áspera pero igual de acogedora y dulce, cuando se lo pedía con muchas ganas se aparecía era todo blanco y brillaba, tenía 2 alitas que le permitían moverse a dónde él quisiera, me contaba historias acerca de un “Dios” que había creado todo en dónde yo viviría más adelante, aunque no lo entendía muy bien me encantaba escuchar esas historias sobre unas criaturas llamadas “pájaros” que volaban como él y tenían muchos colores, una especie de alfombra azul llamada “mar” que abarcaba todo el “mundo” que era el lugar donde viviría cuando saliera de aquí, por supuesto yo no quería salir de aquí, tenía todo lo que quería, calor, cuando sentía hambre me daban comida, cuando tenía sueño dormía, aquella voz cantarina que me decía palabras lindas que muchas veces no entendía “mi amor” “belleza” “mi princesa”, que lindo se escuchan no?.... ¿para qué querría yo salir de este paraíso?.
La 2da voz me dijo que él era mi ángel y estaría toda la vida, que cuando pasara el tiempo dejaría de aparecerse porque yo ya no se lo pediría pero que igual me cuidaría, protegería y sería el encargado de hablarme siempre del tal “Dios” a quién le había agarrado cierto cariño pues mi ángel me hablaba mucho de él, y aparentemente era bastante bueno y nos “amaba” a todos. Mi ángel también me dijo que se llamaba Charlie y que la primera voz que oía era mi “mamá” que yo vivía dentro de ella (que cosa tan extraña!) y que ella lo ayudaría en su labor de cuidarme y protegerme, que me acompañaría toda mi vida pero que, al igual que él, después de mucho tiempo dejaría de verla pero que ella nunca me abandonaría. A veces escuchaba a mi “mamá” gritar o llorar y yo me ponía muy triste pero mi ángel me consolaba siempre contándome más historias de “Dios” y del “mundo”.
A medida que el tiempo pasaba sentía como yo iba creciendo y el espacio donde vivía se hacía cada vez más pequeño, pero nunca dejaba de ser acogedor, sentía miedo pero mi ángel me decía que todo estaba bien y me empezaba a cantar melodías hermosas como la voz de mi “mamá”. Entonces pasó, todo se puso muy pequeño, le daba golpes a todo esperando se agrandara pero nada conseguí, llamé desesperadamente a mi ángel y en seguida apareció, me explicó que había llegado el momento de salir, le dije que no quería, le rogué que lo detuviera, que me ayudara y entonces me dijo, hemos estado juntos desde siempre y todo lo que te he dicho que hicieras ha sido para tu bien, y tú lo has hecho sin dudar, eso se llama “fe”, si tienes fe en mí, escúchame y haz lo que digo, dejé de quejarme, empecé a salir con las instrucciones que él me indicaba hasta que por fin, salí, hacía frío, me quemaba la piel, un sonido extraño salía de mi boca y me asustaba, me hicieron cosas que me dolían y ese sonido horrible seguía saliendo de mí, vi las “personas” de las que tanto me hablaba mi ángel, eran muy parecidos a él pero no brillaban, me envolvieron y el frío cesó, y entonces la vi, sin que mi ángel me lo indicara lo supe, era mi “mamá” era hermosa, escuché su voz y sentí un calor en mi mejilla cuando ella se acercó y en ese momento ya nada me molestó, le di las gracias a Charlie y le dije que le diera gracias al tal “Dios” por darme a mi “mamá” y a él, me sonrió y se esfumó para cumplir con la tarea que le había asignado.