Birthday Present

Ayer se cumplieron 19 años de mi nacimiento, 19 años en los que he conocido a personas maravillosas, regulares, extraordinarias e irregulares, en los que he llorado, reído, cantado, bailado y disfrutado, 19 años con más alegrías que tristezas y más éxitos que fracasos, 19 años FABULOSOS. 


Aquí les dejo uno de mis mejores regalos de cumpleaños, de una de las personitas más especiales que componen y hacen que mi vida sea extraordinaria. Gracias.


"Con poca rima, mucha gracia y buena entonación, este es mi sermón sobre mi historia con la pequeña Cumare "la que vive de ilusón". La conocí en la UNITEC, distante, ajetreada, distraída y alejada y en algunos momentos decía que la odiaba. El año terminó y con eso nuestra breve relación.


Llegó la capacitación y de nuevo comenzó el destino con sus jugarretas un día me probó. Un día después de los emmys, una conversación afloró, hablamos sobre Madonna, buena música entre otros topics. Después de ahí, mi vida entera cambió.


Luego nos volvimos a encontra en una clase, de una pasamos a 3 y no eran para nada aburridas con la compañía de esta dulzura, incluso las de Eickel "el Pirata" Carreño. 


Acompañado de risas, peleas, abrazos, lloriqueos, dramas, historias, lealtad, honestidad, Apoyo "back up", Rebeca Rodríguez, sin duda estas pequeñas palabras y mucho más es lo que define nuestra amistad.


Con amor, Ángel 3"


Trying to fit in


Ella, con su cabello teñido, hacía un gran esfuerzo por cancelar la tarifa que el peluquero aumentaba semanalmente, su rostro ya tenía varias arrugas evidenciando el paso del tiempo por allí, era de esas personas que han sufrido tanto en la vida que olvidaron cómo sonreír, y en sus rostros quedaron tatuadas la tristeza y la preocupación. Tenía 4 hijos, varones, dos de ellos colaboraban con ella cada vez que la inflación, los impuestos y el hampa se lo permitían, uno le regalaba un techo y el otro, el menor, preocupaciones, alegrías y compañía. Su esposo, el único hombre que amó en toda su vida, había muerto hacía ya una década dejándole algo de dinero y una depresión que se mantuvo intacta hasta el día en el que sus pulmones dejaron de aspirar el aire contaminado de la ciudad.  Tenía varios nietos no llevaba la cuenta porque siempre le gustó adoptar hijos, primos, nietos y sobrinos ajenos y se le confundía el cálculo de los de sangre y los de corazón. Dios bendijo sus manos era hábil para la cocina, la costura y la enfermería, se había desvelado por tantas fiebres, curado tantas heridas y sanado tantas enfermedades que el título no le hacía falta. Su sabiduría no provenía de libros de texto, universidades costosas o conferencias internacionales, su sabiduría se llamaba intuición y sexto sentido maternal.
Su hijo menor, aquel que vino al mundo cuando las esperanzas de reproducción habían terminado, razón por la cual iluminó y llenó de color su vida de una manera un tanto más especial. La llenó, en proporciones similares, de alegrías y preocupaciones desde su concepción. Con aquella sabiduría que la caracterizaba observó en él algo diferente, aunque prefería engañar a su instinto negando ese sentimiento, sin embargo los psicólogos, charlas, conversaciones y frases como "contrólate" y "sé fuerte" eran el pan de cada día para este niño.
Él también lo sentía, esos deportes que su padre tanto deseaba que practicara, no le apetecían, los juegos masculinos le parecían aburridos,  odiaba sentirse sucio, se miraba constantemente en el espejo, robaba las cremas de su madre, se preocupaba por la ropa y los zapatos, le gustaba combinar e imaginar, jugaba con las muñecas de sus primas y tenía actitudes que fueron reprimidas por los golpes, disgustos y frases de sus padres y las burlas e insultos de sus compañeros de clases.


Lleno de sentimientos reprimidos y atropellados llegó a la pubertad totalmente confundido, el amor lo trató bien, era lindo sus inmensos, pícaros y adorables ojos, sus comentarios y frases jocosas y los detalles que tenía hacia sus amigas lo hacía un buen partido, el único problema era que aquellas curvas de las féminas, el busto pronunciado y labios carnosos no llamaban su atención, prefería barbas, manos suaves y grandes y lentes de pasta; se sentía culpable cuando venían pensamientos de ese tipo a su mente, pensaba en su mamá que tanto le preocupaba y en su papá, ya muerto, y lo decepcionado que estaría de él.
Llegó a la universidad, pasó su etapa de pubertad con algunas lágrimas y desilusiones, conoció nuevas amistades que comprendieron su situación y lo ayudaron a entender quién era y que no estaba mal ser así, lo llevaron a fiestas y reuniones y al fin sintió que pertenecía a algún lugar. Su madre aún no lo comprende, según ella, cree en Dios, sus hermanos prefieren ignorar aquella confesión que él les propinó, sus amigos lo aceptan y le recuerdan que este mundo también fue hecho para él, su día a día ya no es confusión pero si una larga aceptación.