El oficio sagrado...

Hoy Malu cambió del tetero de 5 onzas al de 9 onzas, parece tonto, hace un año hubiera leído esto y sentiría que es una cursilería, pero cuando tienes un hijo las pequeñas cosas son las más importantes, 4 onzas, 15 minutos, 2 centímetros, 600 gramos, eso hace que todo valga la pena.

Mañana Malu tomará su primera sopita, y siento como una emoción combinada con miedo, como mi primer día en la Universidad, ¿Lo haré bien? ¿Qué pasará? ¿Estaré preparada?, ya tengo todos los planes de salir temprano para ir a comprar los vegetales en el mercadito que ponen unos descendientes de alemanes de la Colonia Tovar, son frescos,  llenos de sabor, naturales, llenos de vida, los mejores, eso quiero para mi hija siempre y espero nunca cansarme para poder dárselo.

María Lucía (y probablemente un gran número de bebés), es la más inoportuna de todos los seres, cada vez que tenemos que salir a la consulta del pediatra, a misa, a algún compromiso de Herbalife, visitar a los abuelos, se la pasa llorando todo el rato mientras me arreglo y justo cuando nos vamos a ir, se queda súper rendida, y por lo general tengo que cancelar mi cita porque ese es el momento en el cual Malu duerme durante 1 hora seguida, lo más impresionante de la historia es que me le quedo viendo todo el rato, lo hermosa y perfecta que es, sus deditos, sus piececitos,  su respiración, a preguntarme lo increíble que es que eso haya salido de mí y por lo general terminan saliendo 1 o 2 lágrimas inexplicables de mis ojos.

Malu ya no solo da la vuelta completa, se levanta cuando está sobre su pancita y me dirige una hermosa sonrisa, sino que se lanza con unos monólogos de 5 minutos con su muñeca favorita, da vueltas como un trompo en la cama cuando se está despertando, se ríe con todo el mundo que le medio habla como bebé y suelta sus carcajaditas de vez en cuando (solo cuando está con mami).


Es difícil ser mamá, porque es un oficio sagrado, por eso lo llaman sacrificio (sacro=sagrado, ficio=oficio), eres co-creadora de un ser, eres responsable de sus necesidades, crecimiento, raspones, caídas y todo lo que se le parezca, eres a quien van a culpar, a ti y a Dios (y a veces Dios se salva de que le recriminen), tienes que morir a ti, a lo que eres, lo que querías ser y lo que te gustaría ser para empezar a amar a un pequeño ser que tú ayudaste a crear, así como Dios nos ama a todos nosotros. Es fácil terminar con la relación que tenías con tu vida, romper con ella, lo difícil es tomar las riendas de una nueva vida que comienza y empezar a dar los pasos con más seguridad que antes, con la única diferencia de que esta vez llevas a alguien en brazos.


La panqueca más imperfecta.

Aquí va, este nuevo capítulo de mi vida con 3 meses y medio de atraso.
María Lucía....
Dicen que una mujer es mamá desde ese primer momento que siente como si una mariposita se hubiera colado a su útero y empezará a revolotear pérdida y sin saber qué hacer… A eso respondo con… “esas son puras mentiras…” Una mujer entiende el significado de la palabra mamá cuando se da cuenta de que toda su vida está en espera, todos sus sueños, antiguas metas, necesidades (léase ir al baño, bañarse, comer, DORMIR, entretenerse), gustos y preferencias están en una sala de espera en el consultorio del Doctor que atiende por orden de llegada pero las emergencias son prioridad, pues llegó una emergencia y en mi caso se llama María Lucía Arigoyén Pérez.
María Lucía, nació a la luz del día 23 de mayo de este año, peso 2,900 kg, midió 48 cm y su primer llanto fue obligado, porque el bisturí se adelantó a mis contracciones. Ese primer beso esquivo y apresurado, casi forzado, no fue memorable, para nada, de hecho ha sido el peor primer beso de la historia, esos minutos que parecen horas que pasé en recuperación mientras no tenía ni idea de dónde estaba mi bebé, qué le estaban haciendo, quién la estaba cuidando, por qué no me la dieron y lo más importante por qué tanta ansiedad por este pequeño ser que ni siquiera vi bien y que tantos cambios y vicisitudes ha hecho en mí.
Casi 2 semanas después acabé por medio entender todo lo que pasó, me convertí en co-creadora de un ser, Dios me hizo igual a Él para que junto creáramos vida, comprender eso tan abrumador y magnífico es lo que los doctores llamaron depresión post-parto y el llanto se vuelve parte del menú otra vez.
Nunca sabrás lo que es tener sueño hasta que eres mamá, yo no sabía si soñaba o si era la realidad, a duras pen


as podía diferenciar a mi hija de la almohada para amamantar (si estás embarazada NECESITAS una de estas), de pronto salía el Sol y yo sentía como si la noche nunca hubiera pasado y el único consuelo según las expertas era que en un mes podría ser que durmiera 4 horas seguidas. Mis ojeras se convirtieron en mi primer tatuaje, en ese momento me sentía tan mala madre por querer lanzar a mi hija por la ventana cuando tenía 5 minutos de haberme acostado y ella se despertaba llorando desconsoladamente, que no sabía si llorar porque había dormido 4 horas en el día o por tener esos sentimientos asesinos hacia mi hija.
El mejor descubrimiento
después de la lectura.
Luego de 3 meses me di cuenta de que mi bebé crece, madura y se adapta más rápido de lo que yo, así que tenía que sacudirme esas costumbres y así me fui acostumbrando a recargar la pilas en 30 minutos, dar pecho acostada (por lo momentos digo que es la salvación, es lo mejor que he podido aprender a hacer después de leer), bañarla, cocinar con una mano, comer de pie y con María Lucía en la cangurera, agradecerle todos los días a Herbalife por el bienestar, la nutrición y la facilidad que me brinda en 2 de mis comidas y a generar mis ingresos desde mi casa con mi bebé que cada día demanda más atención y por sobre todo, lo más rápido que aprendí, a apreciar y a vivir cada paso que da mi bebé en su desarrollo como persona.
Esa primera sonrisa que no tiene precio, esa mirada como si yo fuera la cosa más interesante en este mundo, esa vez que la encontré boca arriba en el corral, la primera vez que agarró un juguete con las dos manos y se lo llevó a la boca y la primera vez que entablamos la conversación más interesante de mi vida llena de “AHHHHH” y “GUGU”.
Quisiera poner todas las miles de fotos
 que tengo de ella pero estas son unas
de las más recientes.
Mi mamá un día viéndome dormir a María Lucía mientras prácticamente me dormía en movimiento me dijo “te dieron la vuelta como una panqueca” y así mismo fue, lo peor de todo es que todavía no estaba bien cocida del otro lado. Así vamos con 3 meses y 15 días exacto, cansada, abrumada, maravillada y descubriendo como ser la mamá que María Lucía necesita antes de que Dios me vuelva a dar la vuelta para terminar de cocer el lado que quedo medio crudo.

Y ahora los dejo porque escucho grititos desde la habitación…

"A Dios tienes que regañarlo.."

Cuando estaba pequeña solía escuchar a mi abuela decir, “…cuando sientas que Dios no te escucha tienes que regañarlo”  evidentemente no entendí  esa frase hasta que estuve ya adolescente y empezaba a sentir, no solo que Dios no me escuchaba sino que jugaba al ajedrez mágico conmigo y con mis planes. Mi abuela es uno de los personajes que más influencia ha tenido en mi vida, al principio con sus “cuentos de camino” como ella los llama, que me hacían perderme y volar con medios pollitos, dragones y fuertes y grandes guerreros que daban la casualidad de llamarse como cada uno de mis tíos, luego fui creciendo y las historias reales se volvieron más interesantes que las de fantasías, mi abuela era el mejor personaje que se podría imaginar, nómada, madre de 7 hijos, esposa de un genio adelantado a su tiempo, resilente, emprendedora, excelente cocinera y gracias a Dios mi abuela. Después llega la época en la que creces y empiezas a darte cuenta de que además de todas esas características es humana, con muchos complejos, resentimientos y carencias y pasan muchos años para que llegues a entender que las personas maravillosas tienen defectos, así como tú, y si no aprendes a quererlos entonces te quedarás sin la persona y todo lo que tiene para darte con o sin defectos.
Me pareció necesario iniciar este post de esa manera pues el tema central es la maternidad y, según mi criterio, no existe mejor representación para esa palabra que mi abuela. Hay 2 maneras en las que el mundo recibe la noticia de la maternidad, las demás son variantes de esas principales. Alegría y decepción. Cuando me correspondió a mí dar la gran noticia, la primera reacción de todos, en especial la mía, fue decepción, ¡Te jodiste la vida! ¡Tan inteligente para unas vainas y brutica para otras! ¡20 en todas las materias menos en educación sexual!
Fue la primera vez en la vida en la que le di Gracias a Dios por ser gordita porque me daría unos cuantos meses de gracia antes de verme forzada a decir “Estoy embarazada”. Desde el retraso infinito hasta la prueba de embarazo casera (que tuvimos que leer las instrucciones unas 10 veces para entender lo que significaban esas 2 rayitas infernales), las naúseas, mareos, dolores de cabeza, antojos, cambios de humor, hambre voraz, todo fue un completo desastre. Decirle a nuestros padres fue la guinda de la torta, y cumplir 21 años 10 días después de confirmar la noticia fue definitivamente LA TORTA.
Así me encontraba yo hace 30 semanas, deprimida, perdida, loca, preñada y regañando a Dios. Mi novio, que para ese entonces era mi amigo con derecho desde hacía casi un año, es ahora el padre de mi hija que está por nacer, mi pareja y la persona con la que me gustaría pasar el resto de mi vida, me da miedo, me asusta y no estoy segura de ninguna de las decisiones que tomo junto a él pero si algo me han enseñado esos regaños a Dios (que ahora entiendo que son regaños a mi misma) que la vida puede parecer millones de saltos al vacío, pero tengo la certeza de que Dios va colocando las rocas que me permitirían caer en terreno fuerte.
Estoy a menos de 10 días de la fecha aproximada que da el doctor para dar a luz, ya no tengo miedo, confío en mí, en Dios, en la virgen y en las oraciones que todas las personas me envían cada día, siento paz, aunque a veces me invaden preocupaciones absurdas que sustituyo por pensamientos de amor para mi hija, María Lucía, la luz de mi vida, estoy preparada para parir y dejarme invadir por ese sentimiento voraz y abrasante que es ser mamá. Dios me permita disfrutarlo y me guíe para hacerlo lo mejor que mis capacidades me lo permitan.

Esto va dedicado a todas las mamás que me han enseñado y amado, en especial a mi abuela quien todavía me cuenta sus historias de realidad y fantasía. Feliz día de las madres atrasado.