¿Me das tu PIN?

Después de 2 años y unos cuantos días de estudiar en UNITEC, una prestigiosa y exclusiva universidad del centro del país, y con prestigiosa y exclusiva quiero decir que tu tarjeta de crédito debe tener un límite determinado y tu carro debe ser modelo 2007 en adelante. Después de la intangible pero existente presión de no poseer camisas “Aero”, no tener sólo zapatos Puma, Lacoste o Crocs (¿todos animales?) y, por sobre todo, no tener BLACKBERRY, llegó a mi tal y como a las 12:30 un día lunes la gente te saca en la estación del metro de caracas dónde no debías bajarte, justo así, de la misma manera en la que un sabio y popular ciudadano creó la frase “Si no puedes con ellos úneteles”, así fue. Sorprendida, sentí emoción cuando me dijeron que me lo había comprado y que sólo debía ir a buscarlo y hacer los trámites que exige Movistar para poseer el plan adecuado, impresionada descubrí que la moda me importaba, si a mí, yo que siempre me había sentido inmune a eso, a las cursilerías femeninas y al ¿qué dirán? Me di cuenta que me importaba decir “No tengo” a la petición “Dame tu PIN”, refugiada por supuesto en el sarcasmo y el silencio mis 2 mejores compañeros de vida, uno me ha conseguido amigos y el otro me ha regalado soledad, otras 2 cosas que aprecio.
Ya con mi PIN, mi famoso Blackberry, mi Edge en mayúscula, mi Uber, mis cadenas y mis notas de voz, comprendí (¿no es ese el verbo más útil que existe?) que puede existir un equilibrio y que los extremos son increíblemente absurdos, negarse a tener un Blackberry es tan ilógico como aquel que muere por uno, darle tanta importancia a cualquier cosa material es irracional y convivir con seres que no juzgan al libro por su portada sino por su blackberry sin flash o sus Converse originales es un aprendizaje y un bonito espejo que Dios nos regala para que reflexionemos y entendamos que existen muchísimas razones más por las cuales vivir o morir y para que jamás tengamos que decir “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”.