Viaje a Chile-Day Eight




Hermoso tigre blanco
Este 15 de Octubre, fue que entendí lo que era ser turista. Me levanté con un itinerario (amo los itinerarios) tomaría el metro me bajaría en la estación indicada donde debía tomar otra unidad y luego caminar (según el mapa hacia la izquierda), cruzar un puente, caminar unas 5 cuadras y llegar al zoológico, ese sería mi primer destino. En la primera etapa de mi trayecto fue todo perfecto (¿Cómo perderse en ESE metro?), pero resulta que la izquierda de los mapas es la derecha de los mortales y por supuesto, me perdí, caminé unos 30 minutos en la dirección equivocada, pasé por varias plazas y lo mejor de todo era que no estaba asustada sino maravillada con todo lo que estaba viendo, luego de que fue preocupante mi pérdida en el sentido de que ni siquiera encontraba esa calle en el mapa, detuve a un taxi que me llevó hasta el zoológico, descubrí que me había perdido BASTANTE por el monto que tuve que cancelarle (y el taximetro no miente, lo dice una tercermundista). Para llegar al zoológico debía subir a un funicular, pues estaba en un cerro llamado "San Cristóbal", la vista era espléndida, el aire que se respiraba diferente y todos los colores se veían aún más brillantes (hecho destacable tomando en cuenta que no tenía lentes), el zoológico era estresante, maravilloso pero estresante, era ENORME y como una especie de laberinto, los animales que en realidad quería ver tuve que buscarlos en el mapa porque aparentemente estaba dando vueltas en círculo pues siempre llegaba a la esquina de los flamencos, pero si pude ver al Oso Polar, a los pingüinitos, a los cisnes, el tigre blanco y muchos otros más, pero después de un tiempo ya me había aburrido, tantos animales encerrados, tristes teniendo que soportar niños gritones, adultos que los miran mal y otros atropellos de pronto me hizo sentir mal. Bajé a pie, quería caminar por el cerro, mala idea eran como 800 escalones y cuando llegué abajo me temblaban las piernas, estaba cansada pero feliz, caminé hasta la estación del metro pero primero me detuve en un boulevard llamado “Bella Vista” vendían artesanía, ropa, joyas del local y un área de restaurants hermosisíma, allí almorcé, y fue la mejor comida que hice en todo el viaje. Luego si tomé mi ruta hacia el metro, mi siguiente destino era “Fantasyland” un parque de diversiones a lo Disneyworld, para llegar allí no me perdí, era bastante más fácil y tenía mejores instrucciones (de un mortal), llegué al parque y enloquecí me monté en atracciones en las que nunca hubiera imaginado disfrutar, de agua, donde volaba, sillas, carritos, lanchitas, botecitos, trenesitos, TODO, eso si las filas eran algo descomunal, pero como estaba en un país extranjero, disfrutando un mundo no me importó hacer colas de hasta 1 hora. Este fue uno de los mejores días del viaje, estuvo sola todo el día, independiente, libre, sin restricciones de tiempo, FELIZ, experiencia que sabía iba a recordar por mucho mucho tiempo y me iban a sacar una sonrisa al imaginarla, ni siquiera me puso triste el hecho de que mañana sería nuestro último día en tan hermoso país.
Jirafa!
Y los flamingos que pude ver con bastante detalle


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