Para aquellos que me conocen o al menos me siguen alguna de
las redes sociales a las que soy asidua, podrán notar y darse cuenta de que la
Navidad no siempre es un concepto encantador y maravilloso para mí, de hecho,
mi película favorita es el Grinch (la parte en la que sigue malo y come botellas
y cebollas crudas), pero bueno al igual que él siempre encuentro que mi corazón
aumente de talla, la luz brille y aquel espíritu que se roba la navidad de mi
corazón la devuelva en el momento preciso.
Estas Navidades se ha agregado un extra a toda aquella duda
e interrogante que siempre se me presenta por estas fechas, si, además de los
regalos, comida, bolsillos prósperos, vacaciones y todo ese tipo de banalidades
que nos ayudan a celebrar el ritual del nacimiento del niño Dios, eso de lo que
no estoy segura de que forme parte de aquel significado histórico y religioso
que siempre nos han inculcado, este año en particular he añadido a mi
maravillosa mente analítica y cuestionadora… la madurez, así es, he crecido, ya
no soy la misma niña que se empata en los regalos de toda su familia con los
que compra su madre, la que esperaba con ansias terminara la cena y el intento
de fiesta para luego ir a abrir los regalos del niño Jesús, esa que hacía 7
cartas para distribuirlas de manera estratégica por toda la casa por si no la
encontraba, esa que desde Octubre deseaba decorar la casa, montar el arbolito y
colocar luces hasta en el baño, aquella
cuya lista de “cosas que quiero” era de al menos 3 hojas, no, todo ha cambiado,
ahora sólo deseo dormir y beber todo tipo de alcoholes dulces y saborizados que
me da la Navidad, no sé hacer una carta al niño Jesús, no sabría qué pedir,
debo hacer una lista de personas a las que debo regalarle porque sino lo
olvido, un día despierto y ya la casa está inundada de aromas e indumentaria navideña
y en lo que termina la cena no hay ningún regalo esperando bajo el árbol, si
crecer no es nada sencillo.
Relajados, aquí viene el párrafo en el que mi corazón
aumenta 3 tallas, esta navidad he descubierto que bien sea por hacer la bendita
lista, las cadenas del Blackberry o porque toque regalarles, me doy cuenta de
todas aquellas lindas personas que me rodean, que están para mí en las buenas,
en las malas y en todas, que me apoyan, me soportan, me conocen y recuerdan,
que piensan en mí y se detienen un momento para desearme una Feliz Navidad. Es
lindo también descubrir que crecer también implica darte cuenta que dar es
mejor que recibir, dar tu amor, dar regalos, dar tu espíritu, dar tu alegría,
dar la Navidad que todos llevamos en nuestros corazones sin importar la talla.
Bye Bye Grinch! It's Christmas time!